jueves, 9 de agosto de 2012

LA CHARLOTADA DE SÁNCHEZ GORDILLO

  Las encuestas llevan mucho tiempo demostrando que los ciudadanos ya no ven a los políticos españoles como solución, sino como una parte del problema. Somos muchos los que consideramos que la única solución a esta situación es que los partidos políticos eliminen de sus listas y cargos de confianza a todos aquellos sobre los que recaiga la más mínima sombra de sospecha, y que los políticos, sean del signo que sean, actúen de forma personal con mayores dosis de responsabilidad, humildad, ejemplaridad, diálogo y consenso. De suceder lo contrario, y continuar la casta alejada con la realidad y con sus actitudes chulescas, lo único que se conseguirá será el cansancio de la inmensa mayoría de los ciudadanos, llegando a puestos de responsabilidad políticos con discursos llenos de demagogia y populismo, pero carentes de realismo y de sentido, al igual ha sucedidodo en otros países.

  Ejemplos de estos discursos alejados de la realidad, y que ponen en peligro la Democracia, podemos encontrarlos en ambos extremos del espectro político, si bien es verdad que en España existe la tendencia (probablemente como consecuencia de demasiados años de dictadura) de ver con cierta simpatía los discursos rebosantes de demagogia que provienen de la izquierda. Los mismos que aplauden todas las payasadas que ponen en peligro la democracia cuando vienen de la izquierda, acusan de fascistas y franquistas a todos aquellos con posturas de centro y centro-derecha nacidos después de muerto Franco, y que solo pretender defender la libertad y la propiedad privada.

  El último espectáculo, la mar de divertido para la izquierda más rancia y de carácter más intolerante, ha sido el asalto de un supermercado por parte de uno de los grandes ídolos de la izquierda española, el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Este individuo, que lleva más de media vida viviendo del sistema al que tanto critica (además de alcalde de su pueblo, es diputado en la Junta de Andalucía), pretende introducir en España un régimen similar al que existe en Cuba, Corea del Norte, o Venezuela. Además, este político profesional que presume de haber construido en su pueblo un régimen comunista ha estado acusado de acoso sexual y malversación.

  La cuestión es que un político, que debería ser un ejemplo para toda la sociedad, ha cometido un delito, y ha agredido, acompañado de otros miembros de su partido, que por cierto está integrado en Izquierda Unida, a unas trabajadoras (donde estarán los que se llenan la boca con la palabra igualdad). Y por mucho que se pretenda revestir este acto de vandalismo con justicia, solidaridad y demás tonterías, es un acto delictivo, y como tal debe ser tratado este individuo.

  Los que aplauden su actuación, y dicen que el fin justifica los medios, ponen en peligro la Democracia, con discursos carentes de realismo, poco apegados a la realidad, y absurdos se miren por donde se miren. Por otra parte, resulta evidente que una sociedad en la que no se respeta la propiedad privada jamás llegará a ser próspera, aunque explicar esto a los payasos de siempre sí que resulta utópico.